ESCRIBIR PARA CERRAR EL CÍRCULO
El viaje de mi Otra Yo en el tiempo (sobre honrar partes nuestras)
Fua… sonó fuerte dentro mio.
Lo que estaba pensando antes de “correr” a Drive y crear una carpeta donde escribir es:
Cuando era más chica no escribía tanto. Era más simple.
Los 25 se sienten como recién pero pasaron 7 años.
Miraba unos posteos de Instagram mientras viajaba.
Dos renglones para resumir el paso de Europa a Asia.
Y escribía en mi libreta pero aun así escribía (y sentía?) menos.
Hoy soy diferente.
Me siento un Ser más complejo.
No complicado. Complejo.
Con más partes, porque hoy las veo.
Con más emociones, porque las reconozco, les hago lugar, las dejo ser, las habito.
A veces lucho con ellas, otras me aplastan con gran desventaja.
Justo ahora soy la dueña de mi vida, de mis pasos y de mis elecciones.
Y me siento más compleja también porque me sé cíclica,
no sólo en un mes lunar sino en un día hormonal.
Antes odiaba esta idea que me hacia “débil y vulnerable”.
Hoy es casi un alivio saberlo para no juzgarme y para regularme.
Pues a la tarde o a la noche puedo estar debajo de la marea…
Y ya a los 32 puede ser tanto un lujo como un bajón saber que te podes despertar de la siesta con emociones contrarias a las de la mañana.
Escribo para cerrar el círculo de esa Lu viajera de 25 años.
Todavía me siento ella. Y soy ella.
Pero necesito cerrar una etapa.
¿Cuál es?
Quizás la que honra esa simpleza y a la vez recibe con honor la nueva complejidad.
Lo que escribí todos los años previos a la crisis que me revolcó para todos lados y me arrancó pieles, disfraces, corazas, ideas y todo lo demás, hoy está siendo mi manual de vida.
La vida misma también está siendo mi manual de vida.
Las sonrisas, lágrimas y experiencias de mis amigas, las valientes, las que sí salieron al mundo a vivir todo con el cuerpo, están siendo mi manual de vida.
La presencia de las personas que amo, cuando las miro en silencio existiendo en sus rutinas, con su más completa humanidad, está siendo un hermoso manual de vida.
Todo lo que leí y sigo leyendo a veces compulsivamente…es sólo leña para mantener vivo el experimento que es mi vida.
Ya no es manual.
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Y ahora sí, para cerrar el círculo
(Che, pará, no pretendes cerrarlo así de una vez como si fuera así de claro y simple no?)
Si y no.
Hoy cierro lo que veo y puedo cerrar.
Y es esto:
agradecer a la Lu que experimentó el mundo MUY para afuera, en su quizás más sagitariana Era, mientras brotaba verde la magia interna, alimentada por tantos paisajes del mundo, de los continentes, de las personas con sus vidas nómadas, sus historias y sus idiomas.
Nutrida por las comidas callejeras, las picantes, las gourmet, los croissants y cafés, los hostales con sábanas limpias y los sin siquiera colchón, los rituales balineses, los “primeros” encuentros con almas que ya había abrazado en otros cuerpos y vidas,
las sincronías de trenes, los terremotos, los ojos llenos de mares turquesa, volcanes y arrozales, el alma rebasada de templos, budas y coliseos.
Gracias a esa Lu que laburó de lo que encontró, ahorró, organizó destinos, llenó una mochila, y emprendió un viaje de 3 meses que le duraría mucha vida (pues “La vida es el viaje. Y el viaje es la vida).
Gracias a ella que al volver, en esa primavera de 2018, sabía que algo había cambiado para siempre.
No tenía idea que no sería lineal como pensaba.
Tampoco sabía que el camino del propósito, por muy claro que estuviera, no le aseguraría la alegría y la facilidad…
Tanto que no sabía y desde esa pureza, inocencia brillante y entusiasmo del corazón, escribió lecciones de sabiduría sobre muchas cosas que no había atravesado.
Y ahora descubro que se había saltado el tiempo, para llegarme a mi, hoy, con todo el alimento del alma que necesito y ella recolectó.
Y la honro.
Te honro Lu.
Recibo como agua mágica en mi cuerpo todo tu amor, tu esperanza, la luz con la que veías el mundo y yo perdí pero vos no.
La confianza en mí, la certeza absoluta, la antorcha que mantuviste encendida y nunca se apagó, la dirección y el camino elegido desde el Ser.
Recibo tu humor y tu diversión, poco a poco vuelvo a ser esa que no sabe vivir sin divertirse, sin jugar, sin sentir intensamente el don y la luz de las personas que aún no se pueden ver…
Te honro Lucía, mi Otra Yo, la verdadera Yo,
la de antes de sumergirme en un mundo casi meramente espiritual y abstracto y descender a profundidades que jamás hubiera imaginado, capas y niveles, dimensiones y mundos debajo de los Mundos de Abajo.
Me miraste todo el tiempo y me sostuviste siempre.
Y hoy casi casi, siento que volvemos a hacer click la una en la otra.
Volvemos a encajar y completarnos, en la espiral de la vida, justo donde el círculo se cierra y vuelve a empezar,
Volvemos a centrarnos.
Gracias por esperarme y verme llegar.
Hoy me siento entrando nuevamente a mi Integridad.
Bienvenida complejidad de mi Ser: con tu simpleza y tu experiencia del mundo de afuera y el de adentro YA integradas. Por fin.
Empieza la nueva Era en mi y me la estoy gozando.
SUKSMA, VIDA.